EL LUTO EN FISIOTERAPIA

Si, el luto es una palabra muy fea. Pero déjame explicarte porqué tras una lesión o accidente, es importante entender que se puede producir un luto, y cómo sobrellevarlo lo mejor posible.

Cuando estudié la carrera de fisioterapia, tuve muchas asignaturas. 

Unas muy de fisioterapia, lo que uno espera cuando se matricula, como anatomía, biomecánica, traumatología, etc.

Otras que eran para rellenar expediente (las marías de toda la vida), como informática, inglés o historia de la fisioterapia. 

Y, sorprendentemente las que más me gustaron, asignaturas como educación sanitaria o psicosociales, donde nos enseñaban a los futuros fisios a tratar a los pacientes con respeto y dignidad. 

Nos enseñaron a entender que esta profesión va de personas que intentan ayudar a otras personas a retomar su vida, o mejorar la calidad de la misma. 

No despachar, sino atender. 

(Que no se me malinterprete. No somos psicólogos, ni pretendemos serlo. Pero tratamos a personas en momentos complicados o dolorosos de su vida. La formación que recibimos estaba encaminada a “por lo menos que no se vaya de la sesión peor de como vino”). 

En una de aquellas clases, el profesor habitual de la asignatura nos dijo al finalizar su sesión, que el siguiente día vendría a hablarnos sobre el luto otra psicóloga. Yo pensé en el luto en profesionales de la salud, y sólo se me ocurrió la típica escena de las series de médicos, donde el doctor, exhausto tras una operación muy larga, tiene que salir a la sala de espera a decir a los familiares la peor de las noticias. 

No imaginaba en qué situación los fisios tendríamos que trabajar sobre el luto. Hasta que llegó la profesora la siguiente clase, y todo cobró sentido.

Nos pidió que imagináramos nuestro día a día. Te lo pido a ti también. 

Te levantas, te duchas, desayunas, sacas al perro, llevas a los niños al cole, vas al trabajo en coche, etc. 

O si eres un chico de 16 años, vas al instituto, entrenas al futbol, quedas con los amigos para ir el sábado a tal discoteca nueva, etc. 

Pero en un momento de ese día, algo pasa, que hace que tu rutina habitual sea imposible de retomar tal cual era. Te caes y te rompes una pierna. O jugando al fútbol te haces una rotura de fibras. O tienes un accidente de tráfico. 

Tu día a día, de repente, se desmorona. Si te has roto una pierna, ya no puedes conducir. No puedes ducharte solo. Ni llevar a los niños al cole. Necesitas ayuda. Sin hablar, por supuesto, de los dolores que ahora tienes, que antes no tenías. 

O si es el caso del fútbol, los partidos que te vas a perder mientras te recuperas. Por no decir del puesto de defensa central que tanto te ha costado ganarte, que ahora será ocupado por tu suplente, al cual hay que desbancar de nuevo cuando vuelvas. 

Es ese futuro que tenías claro en tu cabeza, que de repente se difumina y desaparece, porque ya no se va a cumplir.

Nos pasó a todos cuando nos mandaron a casa en la pandemia. Fue un luto mundial, donde todos y cada uno de los habitantes del planeta vio como su día a día cambiaba de la noche a la mañana. Se cancelaron viajes de semana santa. Dejaste de ir a trabajar cada día. Ya no iban los niños al cole. Y tampoco pudiste celebrar aquel cumpleaños con la familia. 

A esa sensación me refiero. A la pérdida de lo que eras, tenías o hacías. 

Ahora que la has identificado, y seguramente te haga sentir mal, es importante entender que es normal que estés triste, enfadado, o desanimado. Permítete tener esa emoción.

El luto termina cuando aprendes a jugar con las nuevas reglas del juego. Como si estuvieras jugando a las cartas. Se te han caído las cartas que tenías, y ahora tienes cartas nuevas.

Por lo que es importante que, mientras recuperas tu día a día, no te tortures intentando antes de tiempo hacer lo que hacías. Haz cosas nuevas. O piensa en cosas que hace mucho que tenías ganas de hacer y no tuviste tiempo. Hazlo despacio. Ponte en el camino de recuperarte, y avanza poco a poco. Pero entiende que avanzar también es estar tranquilo o disfrutando de otra cosa mientras sanas tus heridas.  

Imagina que eres corredor, y tienes un trabajo que te ocupa muchas horas. Pero has tenido un accidente de tráfico, y estás de baja por dolor de cuello. No puedes correr, tampoco trabajar. Pero igual si puedes salir a pasear un rato. O llevar andando a tus hijos al cole. Y estar con ellos por las tardes. O visitar a tu madre un martes, y desayunas con ella. Y poco a poco vas haciendo ejercicios de estiramiento, natación, rehabilitación.

Si solo estás enfadado con la vida, concentrado en tu dolor, en la carrera que ya no podrás correr, en el trabajo que se te está acumulando, te vas a “perder” la oportunidad de hacer todo que mencionamos en el párrafo anterior. No es ser positivo patológico, no es que mires por el lado bueno el accidente que has tenido, para nada. Es que el tiempo que vas a tardar en recuperarte es el mismo si estás enfadado, que si estás resignado. Tu eliges. 

Es como las personas mayores, que ven como cada vez pueden hacer menos cosas. En vez de centrarse en lo que no pueden hacer, es imprescindible que hagan el doble de lo que sí pueden hacer. Despacio, sin grandes expectativas, pero SER CAPAZ de hacer cosas anima. Y mucho. 

Consiste en blindar lo que puedes hacer, y día a día intentar hacer un poquito más.

Te cuento que en clínica, los fisioterapeutas lidiamos con esa emoción a diario con nuestros pacientes. 

A mi entender, es lo más especial que tenemos los fisios. Lo que nos diferencia de otros profesionales de la salud. Porque nuestras sesiones son de una hora, normalmente una o dos veces por semana (en un proceso agudo, es decir, desde que estás fatal hasta que volvemos a ponerte en el camino), y acompañamos al paciente durante todo su proceso de recuperación. Tenemos TIEMPO, y sabemos qué hacer, y cómo animarte y ayudarte mientras mejoras. 

Déjanos estar en tu equipo, a tu lado, ayudándote a recuperarte de tus lesiones y patologías. Estaremos encantados de acompañarte en tu camino. 

ESPERAMOS QUE ESTOS CONSEJOS OS HAYAN SERVIDO DE AYUDA, SI NO SIEMPRE
PODÉIS CONSULTAR A NUESTROS FISIOTERAPEUTAS ESPECIALIZADOS. ¡ESTARÁN ENCANTADOS DE AYUDAROS!

EL LUTO EN FISIOTERAPIA